sábado, 16 de febrero de 2013

Zea primer redactor del Correo del Orinoco (4)




Francisco Antonio Zea, que no había estudiado letras sino botánica, fue el primer redactor del Correo del Orinoco, fundado como él dice en su editorial en las inmensas soledades del Orinoco.
            Ciertamente,  Angostura, fundada en 1764, donde se editaba el semanario de los patriotas, era prácticamente una ciudad remota perdida en la selva que se extiende al sur del gran río padre de todos los ríos de Venezuela.
            Zea vivía y despachaba en una de las casas entorno a la plaza mayor y bajaba todos los días a dialogar con Andrés Roderick y a entregar y revisar el material del periódico.
            Su responsabilidad era mayor pues además de la redacción del Correo, ejercía la presidencia del Congreso de Angostura y la Vicepresidencia de la República y mayor aún cuando el Libertador lo dejaba encargado de la presidencia mientras andaba en campaña.
            Zea vivió en Angostura hasta enero de 1820 cuando viajó a Europa a cumplir una misión diplomática muy importante, entonces el Congreso de Angostura le concedió tanto a él como a su esposa e  hijos de éste, una propiedad por valor de  cincuenta mil pesos, o su equivalente en efectivo,  antes de su viaje oficial a Europa, en vista “de los peligros y males a que se va a exponer, y en atención,  a la justicia de la solicitud, méritos, servicios y virtudes del señor Zea, su infatigable celo y amor por la estabilidad de la República, sus constantes tareas a este objeto”.
            La necesidad de fortalecer las relaciones exteriores y obtener empréstitos para organizar la República, llevaron al Libertador a comisionar a Zea para una misión diplomática ante la Santa Sede y los gobiernos de la Gran Bretaña, Suecia, Países Bajos y Francia.
            Los amplios poderes otorgados a Zea por el Congreso, lo facultaron para designar diplomáticos residentes o extraordinarios en las naciones que dieran el reconocimiento de la independencia de Colombia, y en la misma forma, la contratación de un empréstito que no excediera de 5.000.000 de libras esterlinas, para cubrir las deudas de la guerra, fomentar la agricultura y el adelanto material del país  en su etapa inicial de organización y consolidación.
            La misión tuvo dificultades en sus gestiones diplomáticas en la Gran Bretaña, entre otros factores,  porque a su llegada fue asediado por numerosos acreedores de Colombia, entre ellos, Charles Herring, William Graham y otros quienes reclamaron el pago de las deudas contraídas por la obtención de materiales de guerra, barcos para la armada y organización de la Legión Británica
            En un ambiente poco favorable para solicitar ayuda financiera, Zea realizó gestiones para nuevos empréstitos, los cuales fueron desaprobados por el gobierno por sus condiciones desventajosas debido a los altos intereses y al descuento inicial del 20 por ciento.
Durante esa misión diplomática, en 1822, murió no sin antes haber pasado por los sinsabores propios de una época en la que la lucha de los patriotas venezolanos dependía en parte de los préstamos y ayuda de los ingleses.
            Zea, quien también era botánico, había nacido en Medellín en 1770.  Quince años más tarde terminó sus estudios de Filosofía y Teología y poco después se incorporó al Jardín Botánico de Bogotá, donde terminó su carrera.
A la edad de diecinueve años Zea sentía arder dentro de sí el sentimiento de libertad que estallaba en otros hombres de su patria como Mariño.  Animado por ese fuego firma la declaración de Los Derechos del Hombre  y es desterrado a la península.  Allí transcurren 20 años y llega a ser Director del Jardín Botánico de Madrid y profesor de Ciencias Naturales, la que abandonó para integrar la Junta de Bayona, conservadora de los Derechos de Fernando VII y luego la prefectura de Málaga.  Más, siempre pensaba en América, colonizada y aherrojada y a ella volvió con la Expedición de los Cayos para ocupar los más prominentes y honrosos cargos de la Tercera República.

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