Campeado el temporal de los periodistas que
reclaman la Casa
del Correo del Orinoco para un Museo de la Prensa Heroica, la Sociedad Amigos de Guayana que le dio origen al Museo de Ciudad Bolívar bajo la dinámica
presidencia del poeta Rafael Pineda, se sumaba entonces al nuevo rol de Ciudad
Bolívar, frente a Ciudad Guayana que se edificaba como centro energético y minero industrial. Había que
hacer de la capital angostureña una ciudad a la par que
político-administrativa, residencial y cultural.
La
tradición universitaria y cultural de Ciudad Bolívar con raíces hondas, debía
reverdecer aprovechándose recursos potenciales como los museos con su
antecedente remoto el Museo Talavera, fundado en 1941 por Monseñor Miguel
Antonio Mejía y el doctor José Gabriel Machado, pero que lamentablemente no
pudo permanecer en el tiempo debido a que cada habitante que por allí pasaba se
sentía con derecho a una de sus numerosas piezas de las que apenas quedan unas
antiguas campanas en la Casa
de San Isidro y un Cristo de Plata del siglo XVIII ante el cual oró el
Libertador de Guayana, Manuel Piar, poco antes de ser pasado por las armas en la Plaza Mayor de
Angostura.
Había que
comenzar de nuevo con los Museos. Soto fundó el Museo de Arte Moderno; José
Batista Gómes el Museo de Geología y Minas de la UDO y Rafael Pineda que disponía de una
importante colección de pintura la donó como base de lo que es actualmente el
Museo de Ciudad Bolívar.
De manera
que el Museo de Ciudad Bolívar en la
Casa del Correo del Orinoco fue el tercero que se inauguró en
la capital orinoquense en menos de dos años y donde se puede apreciar, visual e
históricamente, lo que ha ocurrido en las artes plásticas de Venezuela en los
últimos cien años.
Consta el
Museo de seis salas, más el corredor y el jardín donde se distribuyen en orden
cronológico las obras, de acuerdo con la historia del arte venezolano. Se
inicia la exposición (Sala Uno) con obras de Arturo Michelena, Emilio Boggio,
Armando Reverón, Tito Salas, Andrés Pérez Mujica, Marcos Castillo, César Prieto
y otros representantes de la llamada Escuela de Caracas y del Círculo de Bellas
Artes.
La Sala dos ha sido escogida para exhibir allí la prensa donde se editó el
Correo del Orinoco hasta el número noventa y uno (1818-1820) cuando el taller
fue trasladado al sótano de la casa donde se había reunido el Congreso de
Angostura en 1819.
Muchos se
preguntarán quizás por qué una prensa tipográfica en un Museo de artes
visuales. Parece incongruente pero en el fondo tiene una explicación admisible
y es que el Museo se instaló precisamente en el seno natural de esa prensa de
valor histórico no sólo por su manufactura primitiva sino porque en ella se
editó el primer periódico libre de Guayana y el de más larga vida en el período
de lucha por la independencia de Venezuela.
Como marco
de esa prensa pagada en parte con mulas de las Misiones del Caroní, existe en la Sala un historial gráfico de
la ciudad de Angostura en aquellos tiempos azarosos de la lucha por la
emancipación americana.
Las Salas
tres, cuatro y cinco, están destinadas exclusivamente a gráficas, cerámicas y
dibujos que junto con las secciones de pintura y escultura demuestran lo que ha
ocurrido en la plástica venezolana desde fines del siglo diecinueve hasta hoy,
y podríamos decir que hasta mañana tomando en cuenta que cada año se incorporan
a la institución importantes donaciones, muchas de las cuales hay que tener en
depósito aguardando que el Museo amplíe sus espacios, bien adquiriendo el
inmueble vecino u otro distante, pero dentro del perímetro del casco urbano.
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