Pro y contra
El equipo de trabajo adhonorem que tenía a su
cargo la organización y puesta en funcionamiento del Museo Nacional de la Prensa con sede en Ciudad
Bolívar, se comprometió con el Presidente de la República a tenerlo
listo para su inauguración en la fecha bicentenaria del natalicio del
Libertador.
El
compromiso de tener listo el Museo para la citada fecha dependía, sin
embargo, de una cifra superior a los
seis millones de bolívares que costaría la restauración de uno de los más
preciosos inmuebles del Casco Histórico de la ciudad para la reubicación del
Museo de Arte Venezolano que ya hacía diez años venía funcionando en la casa
del Correo del Orinoco.
La
casa de las doce ventanas, sitio de reubicación, perteneciente a la Sucesión
Machado-Liccioni, fue adquirida en medio millón de bolívares
por el gobierno regional y la arquitecta Mildred Egui Boccardo, de la Promotora de Desarrollo
Urbano, rediseñó el inmueble contemplando eliminar los agregados para
convertir sus salones en once salas de exposición.
La
casa ofrece una espléndida vista hacia el Orinoco puesto que está ubicada en el
Paseo. El escritor y crítico de Arte
Rafael Pineda, padre del Museo que guarda más de un siglo de pintura venezolana,
y quien al principio de manifestaba indispuesto por la resolución de la Junta Nacional Protectora y
Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, terminó gustándole la idea de la reubicación
de su museo en la Casa
de las Doce Ventanas conforme a los planos que le presentaron, pero se
manifestó escéptico en cuanto al tiempo
disponible para la restauración y reubicación, máxime cuando hasta ese momento
no se sabía de donde saldrían los seis millones de bolívares para los trabajos
respectivos.
La Junta Organizadora del Museo
Nacional de la Prensa
se reunió con el Gobernador Alcides Sánchez Negrón para tratar el
asunto de los seis millones y éste manifestó que el Ejecutivo no disponía de
partidas y ofreció la Casa
de los Granados que se hallaba en proceso de restauración, pero evidentemente
que este inmueble no reunía las condiciones y espacios suficientes para el
museo.
Como
el decreto 1185 del 25 de agosto de 1981 encarga a los Ministros de Relaciones
Interiores, Educción, Desarrollo Urbano, Información y Turismo y Secretaría de la Presidencia, se acordó
dirigirse a ellos a fin de que aportaran el dinero que se requiere y
advirtiendo que de lo contraría sería
imposible tener listo el Museo Nacional de la Prensa para la fecha bicentenaria del natalicio
del Libertador. Ese intento resultó
inútil y la comisión organizadora no pudo avanzar, menos cuando vinieron las
elecciones presidenciales y se vislumbraba un cambio de gobierno de signo
contrario que amenazaba los proyectos diseñados y en ejecución a favor de la
ciudad capital.
Al vencerse el quinquenio
constitucional de Luís Herrera Campíns, el impulso de las políticas oficiales
en función del nuevo rol que debe jugar Ciudad Bolívar frente al surgimiento avasallante
de Ciudad Guayana, comenzó a debilitarse.
La
administración del Presidente Jaime Lusinchi (1984-1989), sucesor de Luís
Herrera Campíns, interrumpió en Ciudad Bolívar la continuidad administrativa al
acceder el traslado de la sede de la Universidad de Guayana a Puerto Ordaz bajo los
auspicios de la CVG,
al liquidar el Centro de las Artes que
se levantaba en los actuales predios del Jardín Botánico del Orinoco, negar luz
verde al Museo de Ciencias decretado por Garrido Mendoza, convertir en vulgar
estacionamiento la Plaza Farreras
y mostrar indiferencia por el Museo Nacional de la Prensa.
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