Con el poético nombre de “Angostura a la luz de
la luna”, (en la foto) el artista
plástico Domingo Álvarez, distingue la obra que realizó para la reapertura del
Museo de Arte de Ciudad Bolívar en la
Casa del Correo del Orinoco.
Contigua
con la sala donde se exhiben las cerámicas modernas, se abrió la sala, casi
toda para él, de esta obra de Álvarez donde la ciudad se refleja en el Orinoco
luminosamente sedimentario, para lo cual fue necesario utilizar bombillas especialmente importadas
de Hungría, porque para una obra de arte de esa dimensión, aparte de que se
queman muy temprano, poco sirven los
hongos que se fabrican en Venezuela.
Domingo
Álvarez, además de arista plástico, es arquitecto que tiene mucho que ver con
el Museo de los Niños en Caracas y la
Plaza donde se erige el Delta Solar de Alejandro Otero en
Guri.
El
Museo se amplió de una manera expresiva y extraordinaria porque exceptuando el cuadro del disidente
ruso Rudjin que llegó a Venezuela después de burlar la cortina de hierro en los años sesenta, se han producido potros
aportes de obras de famosos como el mexicano Rufino Tamayo y Carlos Enriquez
(el Reverón cubano), que ha obligado a la dirección artística del Museo a abrir
una sala dedicada a obra de artistas extranjeros, entre los que sobresalen
pintores italianos con unas setenta obras, no expuestas todas obviamente por
falta de espacio. El Museo cuenta con un
patrimonio de más de un mil piezas, de las cuales se exhibe una tercera
parte. Para las demás habría que
implementar un sistema de rotación tal como ocurre en otros museos del mundo.
Durante
lo que pudiéramos llamar la primera etapa del Museo, es decir, antes de su
interrupción por un lapso de casi cuatro años, sólo había dos obras de arte
óptico. Ahora las donaciones se han
multiplicado dando lugar a un espacio
especializado en el cual destacan obras
de Carlos Cruz Diez, Omar Carreño, Víctor Valera, Nedo, José Rosario Pérez,
Antonieta Sosa, Rafael Pérez, Ithamar Martínez, Carmelo Rickel, Pedro
Tagliafico, Oswaldo Subero y Eduardo Dorta. A las que habrá de sumarse obras de
Aimmé Battistini, donada por Malú Huncal y Joaquín Latorraca. Faltaría Jesús Soto.
Sigue
a este espacio un salón muy completo, intermedio entre obras de artistas muy
jóvenes y de muy viejos. Están representados
aquí a partir de Campos Biscardi, Vásquez Brito, Braulio Salazar, Luisa
Palacios, Manuel Espinoza, Régulo Pérez, González Bogen, Alirio Rodríguez, Perán
Ermini, Mateo Manaure, Armando Barrios, Francisco Hung, Pedro Barreto, María
Luisa Zuloaga, Maruja Rolando, J. M. Cruxen, Ramón Vásquez Brito, Max Piedemonte,
Carmen Millán, Ismari Brandt. Estos son,
entre otros, pintores de la tendencia expresionista que vienen después del figurativismo.
En
la Sala de los
Maestros de comienzo de siglo, con el cual se inicia el recorrido por el Museo,
destacan, entre otros, Arturo Michelena y Armando Reverón (dibujos que el museo
mantiene en bóvedas), Pedro Ángel González, Ramón Moleiro, Elisa Elvira
Zuloaga, César Prieto, Elbano Méndez Osuna, Luis Alfredo López Méndez, Carlos
Otero (desnudo al cual un fanático religioso propinó un machetazo), Magda Andrade, Tito Salas, Emilio Bogio,
Pedro Centeno Vallenilla.
Ya
escapado de las obras de arte, el espacio propio de la Casa que corresponde al
Correo del Orinoco: la Prensa ,
originales del hebdomadario, retratos del Libertador, un marco fotográfico de
la ciudad antigua y el nacimiento del Orinoco, destacando un plano copiado del
original del ingeniero Carlos F. Siegert (1852), por Ramón Grumeitte (1942),
plumilla sobre cartulina, donación del Seguro Guayana, Puerto Ordaz. A la entrada una especie de introducción a
través de imágenes populares.
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